7 de junio de 2013

Elevar las fuerzas productivas sin inmolarse

El dilema es propio de todas las revoluciones: ¿Cómo aumentar la producción sin entregarse en las manos de la cultura capitalista? 

Una errada respuesta es fracaso seguro. La Unión Soviética, ya lo dijo el Che, buscó productividad en las armas melladas del capitalismo y se hundió en el egoísmo que éstas llevan consigo. A China le pasó otro tanto. Los clásicos detectaron una relación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y la estudiaron en lo que podríamos llamar las organizaciones sociales del egoísmo, todas las conocidas desde el principio de los días. En ellas el cambio ha sido fundamentalmente en lo económico, pero lo esencial del alma de todos estos sistemas, el egoísmo, ha permanecido, y la división de clases y la fragmentación social siguen intactas. La Revolución burguesa, por ejemplo, no modificó en lo esencial el egoísmo heredado, la cultura de la monarquía. La esclavitud fue abolida en lo económico, pero su esencia cultural todavía campea.

Chávez relataba el pasaje de Los Miserables donde un viejo moribundo le dice al cura que lo conforta que la Revolución Francesa había derribado los molinos, pero el viento que los movía seguía soplando. La conciencia, la cultura no se había modificado, es que la burguesía no tenía necesidad de hacerlo, podía edificar su imperio sobre la misma esencia espiritual.

La Revolución de estos tiempos, el inmenso salto social que el Socialismo supone, precisa, ante todo, un cambio radical en la conciencia. Es imprescindible superar el egoísmo heredado de milenios de sociedades divididas en clases, esto es suficiente para los revolucionarios percatarse del inmenso reto. Pero hay más, las Revoluciones han ocurrido en sociedades de poco desarrollo de las fuerzas productivas, quizá porque es allí donde están poco desarrollados los medios de manipulación de la sociedad, entonces el reto de elevar las fuerzas productivas se hace central para la revolución.

¿Qué hacer? Ya sabemos que usar las armas melladas no es el camino, mucho menos poner esta elevación en manos del capitalismo. Entonces ¿Cuál es la vía? La respuesta está en la Revolución Cubana, en el Che Guevara. Veamos.

La Revolución Cubana resiste un brutal cerco imperial y superó la caída del campo socialista. Resiste hoy con heroísmo las difíciles circunstancias de ser quizá el único faro de Socialismo de toda la humanidad. La Revolución Cubana es un fenómeno que debemos estudiar.
La respuesta está en el pensamiento del Che y de Fidel. Ellos, desde el origen mismo de la Revolución, desde el Moncada, se guiaron por el principio: "lo principal es la conciencia, crear riqueza a partir de la conciencia y no conciencia a partir de la riqueza". Este axioma resume la solución del qué hacer para elevar las fuerzas productivas en la Revolución en los países poco desarrollados. Ellos sabían que había que voltear la concepción dogmática de elevar la productividad en desmedro de la conciencia. Lo correcto es elevar la conciencia, y desde allí la productividad. Y no se equivocaron, han resistido…