22 de abril de 2014

Hacia el fin de la propaganda estadounidense

La propaganda del Imperio anglosajón nos ha hecho creer que Estados Unidos es «el país de la libertad» y que sus guerras no tienen otro objetivo que la defensa de sus ideales. Pero la crisis ucraniana acaba de modificar las reglas del juego: Washington y sus aliados han perdido el monopolio de la palabra. El gobierno y los medios de prensa de otro gran Estado, Rusia, están rebatiendo abiertamente las mentiras que desde hace un siglo sirvieron de basamento al Imperio anglosajón. En estos tiempos de satélites y de internet, la propaganda anglosajona ya no funciona.
Los gobernantes siempre tratan de convencer de que están haciendo lo correcto porque las multitudes no siguen a alguien a sabiendas de que no tiene la razón. El siglo XX se caracterizó por el surgimiento de nuevos métodos de propagación de ideas que nada tienen que ver con la verdad. Los occidentales afirman que la propaganda moderna comenzó con el ministro nazi Joseph Goebbels. Así tratan de hacer olvidar que el arte de falsear la percepción de las cosas fue desarrollado desde mucho antes por los anglosajones.

La actual crisis entre Washington y Moscú sobre la situación en Ucrania ha obligado a la administración Obama a revisar su sistema. Ya Washington no es el único que logra hacerse oír sino que tiene que tratar de rebatir los argumentos del gobierno y los medios de prensa rusos, accesibles en todas partes del mundo a través de transmisiones satelitales y de internet. El secretario de Estado John Kerry ha tenido que nombrar un nuevo secretario adjunto a cargo de la propaganda: el ex redactor jefe de Time Magazine, Richard Stengel [3]. En realidad, Stengel ya estaba en funciones antes del 15 de abril de 2014, fecha en que prestó juramento para el cargo. Pero el 15 de marzo ya había enviado a los principales medios de la prensa atlantistas una «Hoja Informativa» sobre las «10 falsedades» de Vladimir Putin sobre Ucrania [4]. Lo mismo había hecho el 13 de abril, distribuyendo un segundo documento con «otras 10 falsedades» [5].

Lo primero que salta a la vista al leer ese texto es la necedad que lo caracteriza. El texto apunta a validar la historia oficial sobre una revolución en Kiev y a desacreditar el discurso ruso sobre la presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, cuando ya se sabe que en Kiev no hubo una revolución sino un golpe de Estado fomentado por la OTAN y ejecutado por Polonia e Israel con una mezcla de recetas para «revoluciones de colores» y «primaveras árabes» [6].

Los periodistas que recibieron las «hoja informativas» del gobierno de Estados Unidos y que se hicieron eco de su contenido también conocen perfectamente el contenido de la conversación telefónica de la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland sobre cómo Washington iba a cambiar el régimen en Ucrania –en detrimento de la Unión Europea– y la del ministro estoniano de Relaciones Exteriores Urmas Paets sobre la verdadera identidad de los francotiradores de la plaza Maidan. Y también habían tenido conocimiento anteriormente de las revelaciones del semanario polaco Nie sobre el entrenamiento de los cabecillas nazis en la Academia de Policía de Polonia, 2 meses antes de los hechos de la plaza Maidan. En cuanto a negar la presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, es como decir que el sol sale de noche. No hace falta ir a Kiev para comprobarlo, basta con leer los escritos de los actuales ministros y escuchar sus declaraciones [7].

A fin de cuentas, si bien todos los argumentos que Washington se toma el trabajo de enviar por escrito a las redacciones permiten crear la ilusión de que existe un consenso de la gran prensa atlantista, el hecho es que no tienen la menor posibilidad de llegar a convencer a los ciudadanos mínimamente curiosos. Por el contrario, es tan fácil descubrir el engaño navegando un poco por internet que ese tipo de manipulación no logrará otra cosa que reducir aún más la credibilidad de Washington.

El 11 de septiembre de 2001, el unanimismo de la prensa atlantista permitió convencer a la opinión pública internacional. Pero el trabajo que numerosos periodistas y ciudadanos –entre los que tengo el honor de contarme– han venido realizando desde entonces ha demostrado la imposibilidad material de lo que se afirma en la versión oficial. Trece años después de los hechos, cientos de millones de personas han tomado conciencia de aquellas mentiras. Y serán cada vez más numerosas… gracias al nuevo dispositivo estadounidense de propaganda. El resultado final es que quienes se hacen eco de la propaganda de la Casa Blanca, principalmente los gobiernos y los medios de prensa de la OTAN, están destruyendo su propia credibilidad.

Barack Obama y Benjamin Rhodes, John Kerry y Richard Stengel trabajan solamente para el corto plazo. Su propaganda sólo convence a los pueblos por espacio de algunas semanas. Pero los indignan cuando descubren la manipulación. Estos personajes están socavando involuntariamente la credibilidad de las instituciones de los Estados de la OTAN que se hacen eco de su propaganda conscientemente. Han olvidado que la propaganda del siglo XX funcionaba únicamente porque el mundo estaba dividido en dos bloques que no comunicaban entre sí y que el monolitismo al que hoy aspiran es incompatible con los nuevos medios de comunicación.

Aunque no ha terminado todavía, la crisis de Ucrania ya ha cambiado profundamente el mundo. Al contradecir públicamente al presidente de Estados Unidos, Vladimir Putin ha dado un paso que en lo adelanto impide el éxito de la propaganda estadounidense.


17 de abril de 2014

Europa arrastrada a una división del mundo entre los deudores y los acreedores

La actual confrontación entre Rusia y Occidente en la crisis ucraniana inevitablemente recuerda la guerra fría y los medios de comunicación son evidentemente muy proclives a eso. Pero, contrariamente a lo que ellos dejan sobreentender, no es Rusia quien busca reinstalar una cortina de hierro sino, más bien, Estados Unidos. Una cortina entre las viejas potencias y los países emergentes, el mundo de ayer y el mundo de mañana, a deudores y a acreedores. Y esto en la esperanza un poco loca de preservar la American way of life y la influencia de Estados Unidos sobre « su » campo a falta de poder imponerla en el mundo entero. En otras palabras, zozobrar con la mayor cantidad de compañeros posible para tener la impresión de no zozobrar. 

Para Estados Unidos, la puesta actual es arrastrar hacia ellos todo el campo occidental para poder continuar dominando y comerciando con suficientes países. Asistimos así a una formidable operación para el cambio de opinión los líderes europeos con el fin de asegurar gobernantes dóciles y comprensivos frente al patrón estadounidense, sostenido por una guerra relámpago (blitzkrieg) para atarlos definitivamente con el TTIP y aislarlos de lo que podría ser su tabla de salvación, el BRICS, sus inmensos mercados, sus dinámicas de futuro, su lazo con los países en vías de desarrollo, etc. Analizamos todos estos aspectos en este número de GEAB, así como la sutil explotación del temor de una deflación para convencer a los europeos de adoptar los métodos estadounidenses.

Teniendo en cuenta el peligro de los métodos empleados por Estados Unidos, no hace falta decir que dejar el barco estadounidense no sería un acto de traición por parte de Europa, sino un gran paso adelante para el mundo tal como lo hemos ampliamente analizado en GEAB (1) anteriores. Desafortunadamente los líderes europeos más razonables están completamente paralizados y la mejor estrategia que serían todavía capaces de implementar actualmente, en el mejor de los casos, parece ser un simple retraso (2), por cierto útil y bienvenido pero no suficiente…

CAEN LAS MÁSCARAS


En la era de internet y los casos de tipo «-leaks », guardar un secreto se hizo difícil para los agentes secretos y para los países con las manos sucias. Además de las revelaciones de Snowden o de Wikileaks, supimos recientemente que Estados Unidos estaba detrás de una red social en Cuba que pretendía desestabilizar a su gobierno (3). También se pudo ver un vídeo, oportunamente filtrado en Youtube (4) , que mostraba a los estadounidenses maniobrando detrás del golpe de Estado en Ucrania. Tanto que parecería que ellos no son inocentes en la desestabilización actual de Erdogan en Turquía (5), país que detallaremos su situación en el próximo número del GEAB (6)... las máscaras caen... con evidencias ciertas, ahora ya nadie puede ignorar.

Pero Estados Unidos ya no está satisfecho con los países en desarrollo y las repúblicas bananeras... En Europa, también se las arreglan para, uno tras otro, cooptar a los líderes para que dócilmente sigan los intereses estadounidenses. Dejó de ser « lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos», como lo declaraba Charles Wilson (exdirector general de GM) en 1953, ahora es « lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para Europa ». Ellos que ya tenían el apoyo de Cameron, Rajoy, Barroso, Ashton Ils consiguieron el de la Polonia de Donald Tusk aunque era fuertemente reacio a principios de su mandato (7), el de Italia gracias al oportuno golpe de Estado de Renzi (8), y de Francia de Hollande/Valls gracia, en particular, a la reorganización ministerial y un primer ministro poco sospechoso de antiamericanismo. Contrariamente al principio de su mandato cuando jugó la carta de la independencia de Malí o de otros frentes, François Hollande ahora parece totalmente sometido a Estados Unidos. ¿Qué presiones sufrió? Alemania, por su parte, se resiste un poco, pero ¿por cuánto tiempo (9) ? Ahondamos esta reflexión en la sección Telescopio.

Europa es arrastrada así hacia el interés estadounidense que no es el suyo, ni en términos de política, ni de geopolítica, ni de comercio como lo veremos. Mientras que el BRICS escogió una vía opuesta y procuran librarse cueste lo que cueste de la influencia ahora profundamente nefasta de Estados Unidos, Europa es por el momento el pato de la boda. Lo demuestra por ejemplo la compra por la Bélgica de 130 millardos de bonos del tesoro estadounidense en tres meses, de octubre 2013 a enero de 2014 (último dato disponible (10)), es decir a un ritmo anual superior a su PBI (11)... no es ciertamente Bélgica misma que es responsable de esta aberración sino, por supuesto, Bruselas lo que es decir la UE como pequeño soldado estadounidense.
Políticamente Europa es ahogada por Estados Unidos que pueden saltar de alegría en ausencia de todo liderazgo. Y el medio de sellar definitivamente esta influencia estadounidense sobre Europa se llama TTIP…