miembros de la Escuelita un Grano de Maíz, todos supieron callar cuando
la Revolución así lo exigió, las mazmorras y las torturas supieron de la
heroicidad y valentía de estos combatientes.
Ahora se preguntan, nos preguntamos ¿Qué es lo Revolucionario?, ¿es hora
de decir o de callar? Veamos.
Para el revolucionario callar o decir no son opciones fáciles, las dos llevan una gran carga de esfuerzo, de riesgo, precisan temple, audacia, coraje. No son acciones a favor del viento, al contrario, son corriente arriba. Hubo épocas en las que callar significaba la diferencia entre la vida o la muerte, entre la proeza, el decoro y la vileza. Nuestra Revolución está llena de historias de los que supieron callar y también de los que no tuvieron el temple para hacerlo.
Ahora la seducción es otra, decir es necesario, pero se corre el riesgo de romper con el coro, con el eco, con lo establecido. Callar, asentir, proporciona el refugio de lo casi unánime. Decir tiene el precio del aislamiento, de la burla, del dardo de la comparsa. La Revolución depende hoy de la comprensión que se tenga, de la capacidad de oír y
entender el decir.
No pedimos nada material, sólo luchamos por exponer lo que creemos correcto, y pedimos ser oídos con criterio, con espíritu de búsqueda de la verdad, más allá de la anécdota, sin sofismas, sin imaginación febril que nos califica y "descubre" intenciones perversas que no tenemos. Somos chavistas y sufrimos como el que más la pérdida del Comandante.
Ahora estamos con Maduro como antes estuvimos con Chávez, con Irreverencia y Lealtad. No se nos pida otra cosa, no se espere de nosotros otra cosa, no se nos convoque para nada diferente. Queremos seguir viviendo como lo hemos hecho en más de medio siglo: luchando por la Revolución que hoy vemos con posibilidades reales de concretarse.
Queremos morir como hemos vivido. Defendemos con la vida a esta Revolución y al Presidente Maduro, aun con nuestras discrepancias que asumimos como parte del camino. Confiamos en Maduro convencidos de que la suerte de esta Revolución está ligada entrañablemente a la suerte de Maduro.
Ahora bien, sabemos los riesgos que corremos, ya hemos padecido algunas de estas dificultades, sabemos de las incomprensiones, son inevitables, es difícil entender la crítica en un mundo burgués, donde es sinónimo de ataque, de zancadilla. Es difícil asumirlas como muestra de amor, recordemos lo que dijo Martí: Criticar es Amar, esta es guía para
nuestra conducta.
Con la incomprensión a nuestra crítica ésta pierde sentido, razón de ser, al contrario, corremos el riesgo de traer más daño al proceso que beneficio. De allí que en aras del amor a la Revolución, en honor a la memoria de Chávez, al que amamos como nuestro Comandante, en auxilio a la difícil tarea del Presidente Maduro, decidimos que, en este momento difícil cuando la realidad toca la puerta y certifica las teorías,
nuestra mayor contribución es callar.